Tan pequeño como un Dios

¿Sufrir o huir?
La materia aguanta poco cuando el tiempo se desperdicia llenando habitaciones con angustias.
Me miran corazones deseosos. ¡Están corriendo! Corren porque creen que pueden alcanzar aquella meta de un inicio lejano que nunca puede empezar.

Nadie sabe amar, sí y no. Sabemos amarnos y no amar a los demás; o amar a los demás sin amarnos. No podemos satisfacernos, nos visita el mismo pasajero convirtiendo la razón en una tormenta frente a un huracán.

Mi locura se encuentra con mi tranquilidad, juega conmigo, me invita a olvidar, a no creer. Me reta a que no me duela encontrarme en la mirada del hombre del espejo. Esto no es un doloroso pensamiento, es sólo un fragmento pequeño, muy pequeño, de un adoquín azul, culpable de todas las enfermedades del alma.

No sé por qué tanto seguir, hoy me volveré agosto esperando que se vaya mayo.