Tengo un nuevo don, que en realidad es una maldición.
Mi historia está formada por sin motivos, sufro de una desgracia que para algunos serÃa un don, soy capaz de leer los ojos, puedo conocer tu pasado, tu futuro y tus pensamiento con sólo mirarte a los ojos.
Huà de casa, nadie sabe por qué, ni yo lo recuerdo. Si lo intento puedo ver que estaba al borde del precipicio, llorando por un hombre, como tantas mujeres, un dÃa me amaba y al siguiente lo odiaba, siempre habÃa un camino confuso entre nosotros, siempre habÃa señales, cansada de ser usada lo enfrenté, y entonces él me prometió que todo cambiarÃa que estarÃa únicamente para mÃ, que vivirÃa y morirÃa por mÃ. Fui tan feliz, dije sÃ, y sin querer estaba ya en otro paÃs, buscando un nuevo destino, no me falló, simplemente llegó el adiós.
TenÃa la ilusión de encontrar aquel amor del que todas hablan, tan oculto en mi historia. Siempre me pregunté ¿qué se siente que te amen en la hora más oscura y frÃa? ¿se puede ser sombra y luz? Nunca lo vivÃ, nunca me visitó, decidida a negar lo que me pasaba empecé a mirar a todas las personas, hombres y mujeres, buscando ese amor, regalaba miradas a cualquiera sin importar el lugar sin palabras. RecibÃa miradas vacÃas, algunas felices, algunas enfermas, otras tan llenas de tristeza, sin nada, sin nadie, miradas cargadas de lujuria, otras cargadas de pena y de tantas excusas. Cansada, aburrida de mirar a todos, decidà quedarme sin miradas, entonces lo vi, ahÃ, sin saber, descubrà que podÃa leer los ojos.
Se me acercó distraÃdo, nada sabÃa de él y de repente todo lo supe. En él descubrà tristeza, leà que yo le gustaba, me dolió su pasado, me alejaba su presente, en su futuro estaba yo. Sus ojos me abrieron todo: miedos, sueños, intenciones, pensamientos, dolores. Sobre todo dolores, dolores, esos dolores que tanto lo detenÃan al amarme. Me miraba, entonces lo sabÃa, amaba a alguien más, sin embargo me amó como a nadie, sentà amor más que nunca, asà me iba de él, sin embargo siempre regresaba, me miraba, leÃa sus ojos, me amaba, pero sus silencios no eran como los de los demás, tenÃan sonido, gritaban, estaba llenos de música.
Mi maldición se asomó cuando tuve sus ojos buscando algo en mi mirada llena de lagrimas, leà que ya no me amaba, peor aún que no me amarÃa, lo más duro fue sobre todo que me olvidarÃa. Vi su secreto, sus palabras no lo decÃan pero sus ojos lo delataron: me iba a abandonar. Corrà sin decir nada, sin decirle que mi nombre no era Ana, sin decirle que lo amaba.
Tantos colores, tantas miradas, y al final nada. Caminé porque nunca supe hacer más nada, empecé esquivando miradas, ignorando ojos y analizando voces hasta que pasó todo, ya no leÃa miradas, ya no veÃa futuros, ni pasados, ni presentes, ni intenciones, sólo escuchaba voces, me enfocaba en los tonos, en la velocidad, en la fuerza, la maldición habÃa terminado.
Pero todo vuelve, de una manera u otra, cinco dÃas y seis horas atrás sucedió, aprendà a leer la voz, ahora puedo conocer tu pasado, tu futuro, tu presente y tus pensamientos con sólo escucharte.
Tengo un nuevo don, que en realidad es una maldición.